domingo, 21 de marzo de 2010

El espacio; mi espacio. La Sierra de San Pedro

Situada en el centro oeste de Extremadura, a caballo entre las dos provincias extremeñas (Cáceres y Badajoz) y haciendo frontera entre ambas a lo largo de su geografía, se encuentra la Sierra de San Pedro. Una sucesión de pequeñas sierras de escasa altitud horman su esqueleto de cuarcitas y pizarras, rodeadas de una vegetación típica de monte y matorral mediterráneo, donde Encinas y Alcornoques son protagonistas destacados del paisaje.


El Torrico es el punto más alto de la Sierra de San Pedro con 702 metros sobre el nivel del mar. Los Alcornoques y Encinas de sus faldas, bordadas de Madroños, Brezos, Jaras, Cornicabras, Olivillas, Piruétanos,... ofrecen su porte de edificios vegetales al Buitre negro o al Águila imperial entre otros inquilinos, para ubicar sus nidos y dar cobijo a su siempre frágil futuro.


La jara es, sin lugar a dudas, la protagonista vegetal a baja y media altura en toda la sierra. La nevada de sus flores acude puntualmente por marzo a impregnar de ládano el aire y blanquear el lomo verde del monte, moteándolo cual cervatillo recién nacido.


Cuando la ladera llanea aparece la dehesa en todo su esplendor, y se constata que la mano del hombre y el diente del rumiante doméstico hicieron su trabajo con eficacia a lo largo de los siglos.


Y a vista de pájaro (quizá Camachuelo, Pinzón, Buitre o Paloma) se intuye su pasado frondoso huérfano de matorrales de ayer, pero bullicioso de vida como antaño.


Tras pasar la noche con la banda sonora de los Grillos del valle, el ladrido del Zorro, la retahíla del Chotacabras, o el bramido de los Ciervos en la berrea, se disfruta y saborea lentamente el mágico, repetido y a pesar de todo siempre único ritual del amanecer.


Un lógico deseo

Si muero enterradme aquí,
al pie de aquellas encinas,
pues fueron esas colinas
lo primero que yo vi.

Si muero enterradme aquí,
entre jaras y cantuesos,
que eternamente mis huesos
aspiren lo que yo olí.

Si muero esté donde esté,
por la Sierra de San Pedro
sepa él, el buitre negro,
que a su estela me uniré.

Si muero esté donde esté
vuele mi alma inmortal
donde el águila imperial
vuela y volando se ve.

Si muero esté donde esté,
si muero, enterradme aquí,
que las cenizas de mi
broten donde antes broté.