miércoles, 8 de diciembre de 2010
Grullas
martes, 2 de noviembre de 2010
Avefría (vanellus vanellus)
domingo, 3 de octubre de 2010
El (mi) cuaderno de campo
Supongo que todo aquel que gusta de perderse en medio de lo natural a observar la vida con mayúsculas, a ensimismarse con lo que nos rodea, con lo de primigenio que nos habita aun, a beber paisajes por los ojos, a sentir en la piel el canto de brumas y solajeras, imagino que casi todos tendrán algún cuaderno donde anotar vivencias y recuerdos de esas jornadas. Yo al menos así lo hago, y desde luego pocas cosas tengo más personales que mi cuaderno de campo, empezando por su elaboración artesanal y recicladora a la medida del bolsillo de mi mochila. En él anoto curiosidades y encuentros con los inquilinos de nuestros campos, y aboceto con bolígrafo de punta fina puntales a la memoria; y cuando me apetece o lo necesito, soplo acuarelas sobre el papel en un intento de captar los colores de un instante, algo que cada vez me resulta más grato.
A continuación una ventana a sus páginas.Unas con color y otras sin él, todas me transportan a momentos intensos de emociones y fascinación.
Todos son apuntes rápidos y toscos, más bien generales en líneas y colores con la intención de atrapar el momento y/o la forma.
Y en ocasiones, con ese apunte rápido, me gusta abordar un tema más a fondo, como en el caso del Pico menor de la página siguiente.
El resultado es una lámina decorativa que sale de uno, y como todo lo que uno crea, tiene un valor especial.
Algunas más.
lunes, 27 de septiembre de 2010
Martín pescador
Y en pocas especies se agradece tanto una luz adecuada, como la del atardecer o el amanecer, para sacar partido al sensor de nuestra cámara y descubrir la belleza de su librea, cambiante como la luz que lo ilumina.
lunes, 30 de agosto de 2010
Estampas de la Sierra de San Pedro. Cigüeña negra
"-Andubo en Antas y Turmas, junto a la Rivera del Fraile, buscando a los habitantes del limo a plena "solajera", como otrora estuvo badeando entre los rolos de la Rivera de Albarragena-".
No se puede ocultar quien camina por el lodo "lambucero" y escribe jeroglíficos al paso.
Precedida por saltos de batracio completa el circulo y reanuda el vuelo hacia Mayorga; a la encina perdida en la dehesa que ampara su futuro. Noble casa son (palacio yo diría) las dehesas extremeñas para quien busca intimidad.
martes, 10 de agosto de 2010
La saca del corcho, tradición y sostenibilidad.
Pocas actividades habrá que se desarrolle en nuestros campos tan inocuas para el medio como la saca del corcho, la extracción de la corteza del alcornoque se lleva a cabo hoy como hace doscientos años, de forma manual con una simple hacha, una palanca de madera y la pericia necesaria para conseguir el fruto sin dañar el árbol.
La corteza del alcornoque es el principal por qué (obviamente económico) de la conservación de los alcornocales. Parece que hoy para que algo merezca la pena ser conservado es necesario el rendimiento económico, a ser posible a corto plazo. Este aprovechamiento de forma indirecta beneficia a todo un ecosistema plagado de riquezas botánicas y faunísticas.
Cada nueve o diez años un alcornoque adulto es despojado de su vestimenta, la capa de corcho que cubre su tronco, siempre en los meses de verano, época en la que se desprende con facilidad de la madera. El resto del año se prepara en las mal llamadas “fábricas de corcho”, digo mal llamadas porque la única fábrica de corcho que existe es el alcornoque que lo fabrica, las industrias tan solo se ocupan de su clasificación y manufactura.
El principal uso del corcho es el tapón para cerramiento de botellas de vino. De unos años a esta parte la industria vitivinícola usa cerramientos de plástico, vidrio y aluminio para los vinos jóvenes. Esto ha provocado una crisis en el sector corchero y la incertidumbre en su futuro; y por ende en los sectores conservacionistas y medioambientalistas que intuyen el abandono de los alcornocales si el corcho deja de ser rentable.
A continuación una serie de imágenes que muestran la saca de un alcornoque.
El resultado final estéticamente es una tentación para el aficionado a la fotografía, los troncos hasta ahora pardos y cenicientos muestran una nueva librea amarillenta que en pocos días se tornará rojiza e irá cambiando su tonalidad en los próximos tres o cuatro años hasta su estado primigenio.
El acarreo hasta la pila donde se reunirán las planchas de corcho ordenadamente, es uno de los procesos que si ha sufrido un cambio drástico, aquí también como en tantas labores agrícolas, el tractor ha sustituido a la collera de mulas excepto en aquellas serranías más abruptas donde aun se usan, aunque ciertamente cada vez menos.
En la pila las planchas se colocan con la “barriga” hacia abajo para que la perdida de humedad sea la menor posible, pues se vende tradicionalmente al peso en una medida singular por estar en desuso en otros ámbitos, el denominado quintal castellano, equivalente a 46 Kg aproximadamente.
La forma tradicional de la pila es un circulo en espiral, aunque también puede ser rectangular. En ella se hace la primera selección del corcho apartando los pedazos, (aproximadamente trozos de “cuarta por cuarta”), las garras, agarras o zapatas, (parte del corcho más próxima a las raíces del alcornoque), las albardas, (trozos de la saca anterior adheridos a la nueva plancha), el bornizo, (corcho que se saca por primera vez, es el corcho original), y en ocasiones el refugo, (es el corcho de peor calidad a primera vista por grosor, aspecto, porosidad, etc)
Aquí esperará el corcho a los camiones para llevarlo hasta las industrias corcheras, mayoritariamente situadas en nuestro pais vecino Portugal, y en España concentradas en Cataluña y Extremadura, en esta última en San Vicente de Alcántara, conociéndose esta localidad como la Capital del Corcho.
Esperemos que esta imagen se siga viendo en los campos extremeños cada verano, una cuadrilla de “sacaores” despojando a los alcornoques de su corteza, el corcho, (el “oro pardo”), por la renta per capita que supone para nuestra región, por un sector modelo de desarrollo sostenible y por la pervivencia de los alcornocales y sus inquilinos, como el Buitre negro, la Cigüeña negra o el Águila imperial ibérica, nicho ecológico de importancia vital para estas y otras muchas especies. Para ello no estaría de más comprobar que tapón lleva la botella de vino que nos sirven en el restaurante de turno.