Joven de Águila perdicera (hieraaetus fasciatus)
Hace más o menos un año que
comenzamos la aventura de Photo- raptors,
precisamente con esta pareja de águilas perdiceras, viejas conocidas mías de
varios años atrás. Tocaba acercarse a ellas sin que ellas lo supieran, como en
tantas ocasiones hice con diversos vecinos de hábitat. El trabajo de campo en
este caso es lo más gratificante, más aun si da resultados positivos, pero
también cuando no se consigue el objetivo se aprende, sobre todo si el simple
hecho de hacerlo ya es un objetivo en sí mismo. Hubo, como casi siempre, intentos fallidos,
pero poco a poco con insistencia se fueron acostumbrando al punto de ceba y
aquel cerro se fue grabando en su memoria como un lugar con recursos alimenticios
dentro de su territorio; hermoso territorio en medio de la extremeña Sierra de
San Pedro; su casa y la mía. Fue primero la hembra la que se acercaba a buscar
la presa mientras el macho desconfiaba un poco, luego vencido su recelo entraban a la par. Llegó el momento de montar
el primer aguardo con cristal espía y ver su reacción. Al día siguiente de su
instalación se hizo el primer intento. Entró el macho pero algo llamó su
atención y se asustó dejando la paloma malherida. Fue un momento de decepción y
cavilaciones solitarias observando el escenario serrano tras el cristal. “Quizá
brilla demasiado”. “Quizá es demasiado grande”. “Hay que buscar soluciones si
no vuelve en todo la mañana”. “Igual habría que…” Una hora, larga, duró la
incertidumbre. Volvió a por la paloma y esta vez se quedó como de costumbre
echando una mirada de cuando en cuando a aquel paisaje brillante recién descubierto
entre las rocas. Después fue la hembra la que receló unos días, pero viendo a
su compañero se le disiparon las dudas. Tocó montar el otro aguardo más o menos
un mes después del primero. Igual que entonces al día siguiente fue probado,
también con éxito. Esta vez no hubo el más mínimo recelo. Desde entonces han
sido muchas las entradas nuestras y de nuestros clientes y muchas las fotos que
se hicieron. Fotógrafos de distintos orígenes nacionales e internacionales
disfrutaron con ellas a través del visor y a su tierra se llevaron el recuerdo de la experiencia en
formato RAW; Madrid, Barcelona, Inglaterra, Valencia, Noruega, Salamanca,
Holanda, Portugal, Sevilla,… Tan solo unos
días contados faltaron a su cita, algo previsible, pues fueron los días
posteriores al desarrollo de la montería anual en la zona, un día de jaleo
indiscriminado que todo bicho viviente en derredor sufre de una u otra manera,
poniendo, los que pueden, pies en polvorosa por un tiempo. Después volvió la
calma y nuestras amigas volvieron a su territorio como vienen haciendo desde
hace años. Llegó el momento del celo, paradas nupciales, incubación. Solo el
macho acudía mientras su compañera incubaba en el viejo nido, y siempre acababa
llevando los restos de paloma que podía a la plataforma para alimentar a su
compañera que aguantaba estoicamente las aguas primaverales más abundantes que otros años. Al
cabo de mes y medio volvió a aparecer la
hembra de cuando en cuando al punto de ceba regresando rauda hacia el nido, siempre
vigilante hacia la bola blanca que en él despuntaba, su cría de este año crecía
lenta pero inexorablemente empujada por la vida. Siempre en contacto con la guardería
seguimos su evolución con la esperanza de que ningún contratiempo truncase su
futuro. Y no son pocos los problemas a los que se enfrentan las grandes rapaces
y muy particularmente el águila perdicera que en algunas comunidades las ha
diezmado drásticamente. Por fortuna “nuestra pareja” parece sortear el día a día sin muchas dificultades.
Queremos pensar que nuestros aportes de comida contribuyen a ello en mayor o
menor medida. A cambio nos regalan su hermosa estampa sobre el paisaje de una sierra
extremeña, probablemente uno de los rincones más agrestes del oeste ibérico. El
pasado 16 de julio apareció por fin ante mi objetivo una nueva, joven y, por
fortuna, sana águila perdicera. Miembro de una nueva generación de perdiceras
que esperamos concluyan su periplo juvenil con éxito; que sepan salir airosas
de los peligros constantes que acechan a tan hermosas criaturas, más aun en ese
período crítico y errante.
Hoy sabemos que proyectos fotográficos
como Photo-raptors ayudan; y no
hablamos ya de los aportes de comida más que necesarios y beneficiosos de forma
directa cuando la comida escasea, sino de otras ayudas en positivo. Hemos visto
y comprobado como la percepción sobre estas águilas ha ido cambiando en el
entorno más inmediato por parte de propietarios, gente del campo, establecimientos turísticos
de la zona, etc. Aquella imagen de rapaces igual a problemas con la
administración y medio ambiente hoy, al menos en este caso y en otros que
trabajamos (Águila imperial, Buitres, Milanos,…), ha cambiado radicalmente siendo visto como un
recurso más a sumar a los ya tradicionales de esta zona; corcho, madera,
ganadería, etc. Esto es algo que
nosotros suponíamos a priori y hoy es demostrable. Es muy de agradecer, y
quiero hacerlo aquí sin dilación, al personal técnico y político de la
Dirección General de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura que apuesta y
apoya proyectos de este tipo. Han sido
capaces de ver, no solo el potencial
como recurso turístico de la fotografía de naturaleza y especies amenazadas, sino
también la herramienta al servicio de la conservación de estas especies que
supone esta actividad fotográfica. Ni que decir tiene que anteponiendo SIEMPRE la conservación lo primero, la
fotografía ordenada, regulada y vigilada por el personal competente de la administración y
llevada a cabo por promotores expertos en
la materia, serios y rigurosos queda más que demostrado en este caso que suman
en pro de las especies en peligro y por extensión en su hábitat.
Por otra parte y de forma
colateral (y gratuita), estamos vendiendo y dando a conocer a un segmento de
población de poder adquisitivo medio/alto un territorio con gran potencial natural y
turístico que generalmente es muy desconocido.
Tristemente aun hay quién sigue
pensando que la mejor manera de conservar espacios y especies es a la vieja
usanza; la prohibición como arma preventiva. Sin duda es necesario prohibir
aquello que tenga un impacto más que previsible y en muchas ocasiones
demostrado, pero el camino de la conservación va por otro lado. Hoy, que
vivimos tiempos de incertidumbre económica, todas las facetas medioambientales,
incluidas las especies vulnerables o en peligro, han quedado en un segundo
plano cuando no olvidadas en los cajones de los órganos decisorios a más alto
nivel político, las partidas económicas o subvenciones dedicadas tradicionalmente
a la defensa del medio ambiente han sido congeladas o retiradas, y si la
situación económica no mejora es previsible que empeoren proporcionalmente
estas ayudas en los próximos años o décadas. Resulta por tanto imperioso
aprovechar iniciativas como Photo-raptors,
una iniciativa privada sensible a los problemas ambientales, respetuosa con el
medio y las especies, implicada en la conservación de las mismas más allá del
límite que se le exija, dispuesta a hacer pedagogía a favor de la conservación
a través de los hechos, para trabajar conjuntamente administración y sociedad civil en materia conservacionista.
Ante el desespero de ciertas actitudes a modo de muro infranqueable solo queda
aplicar la frase que me suele decir mi socio y amigo Helios: “paciencia, Chele,
es cuestión de tiempo”
Por nuestra parte lo vamos a
intentar y esperamos que con la consumación de los hechos se disipen las
reticencias de aquellos que no quieren perder el control de su pequeño cortijo.
Hoy vuela una nueva generación de
águilas perdiceras sobre los cielos extremeños y eso es una gran noticia para
los amantes de la vida y la naturaleza; una noticia para celebrar.
Mamá vigilando el entorno
Y expectante ante cualquier peligro
Reclamando comida...
a papá.
Tomando medidas
Papá tras dejarle la presa
Y aguantando al Arrendajo
Sintiéndose y creyéndose mayor.