sábado, 3 de febrero de 2018

Madeira (Portugal) Verde y vertical

Una visita somera de dos días resulta claramente insuficiente para conocer esta bella isla. No obstante, si  aprovechamos la visita si nos podemos hacer una idea de su espacio y sus características más destacadas. 
Si hay una palabra que la defina esa podría ser "abrupta". En sus 50 km de largo y con una media de 15 a 20 km de ancho lo quebrado del terreno, con numerosos picos y valles profundos es lo que particularmente más me llamó la atención.

El bosque de laurisilva pone el tono verde a la isla. A pesar de que tras las primeras colonizaciones  la  vegetación ha sufrido cambios, siendo por su clima tropical muy abundante en especies, la laurisilva sigue siendo mayoritaria, lo que le da un plus de importancia botánica si pensamos lo escaso a nivel mundial de estos bosques  considerados de los más antiguos del planeta. Solo en Canarias y Azores se pueden encontrar además de Madeira.

Cabo Girão El acantilado más alto de Europa, más de 580 m de altura.

 Mirador de Cabo Girão  con su piso de cristal. Realmente impresionante.


Desde el pico Areeiro lo abrupto de la isla se manifiesta mirando a cualquier parte divisando casi siempre el mar al fondo. 

Subida hacia el pico Areeiro. Con sus 1818m de altura está considerado el segundo más alto de la isla, tras el pico Ruivo, de 1860m

 Las "levadas" de Madeira, acequias de unos 50cm de profundidad, suponen un gran atractivo por ir acompañadas de senderos por los que perderse a disfrutar de lo más genuino de la isla. Se construyeron a mediados del siglo XVI para llevar agua a la parte sur de la isla, más seca que la parte norte. Se calculan unos 2500 km de "levadas".

 La carretera ER110 que discurre desde Porto Moniz hasta Serra de Agua por las partes más altas de la isla es de las menos transitadas, por razones obvias. Hay que circular con mucho cuidado por ella.

Las vistas desde aquí son impresionantes.

Valle entre colinas.


Algunas aldeas como Faial se encuentran en lugares de difícil acceso.


Las cataratas de escorrentías, como esta cerca de Seixal, acaban precipitándose al mar.

Otra cascada cerca de uno de los numerosísimos túneles que perforan las carreteras de la isla. 

 Seixal

São Vicente, donde cabe destacar sus cuevas. 


Mirador Dos Barcelos, uno de los puntos donde poder observar la localidad de Funchal y sus alrededores.

 La populosa Funchal se extiende sobre la costa y las laderas próximas. Es la ciudad más grande de Madeira.

 Hembra de Pinzón de Madeiras (fringilla coelebs maderensis). Una subespecie de Pinzón vulgar que solo existe en esta isla. Algo más robusta que el vulgar y con tonos azules en la cabeza, muy vistosos en los machos. Muy confiados en la zona del Parque das Queimadas por la afluencia de turistas.

Porto Moniz. Piscinas naturales que  renuevan su agua del mar con las subidas de las marea

Formaciones rocosas costeras cerca de Seixal


 Casas típicas de Santana

 Su techumbre de materiales vegetales de la zona es casi vertical 



 Punta de São Lourenço, el extremo más al este de la isla de Madeira. Con buena visibilidad se pueden ver la isla de Porto Santo y las islas Desertas.

Puesta de sol sobre Machico desde la punta de São Lourenço. 
Fotografía hecha unas horas antes de tomar el avión de vuelta a Lisboa.