sábado, 12 de marzo de 2022

Herrerillo común

Herrerillo común (cyanistes caeruleus)

Si tengo que ligar un solo pájaro (ya me cuesta) a los recuerdos de mi infancia, sin duda elegiría al Herrerillo común. Lo tengo omnipresente casi en cualquier rincón de la memoria unido a mis correrías junto a mi hermano, en medio de aquella dehesa, que para nosotros era poco menos que la selva, donde todo estaba por descubrir. Por los árboles frutales de la huerta donde mi padre sembraba cada año, en los alrededores del estanque y de la fuente que lo alimentaba, allí donde mi madre iba a lavar con el barreño a la cabeza cargado de ropa, que frotaba y frotaba en el corcho lavandero bajo el alcornoque centenario, por las orillas de la Rivera de Albarragena, etc. A cada paso algún Herrerillo común (que nosotros llamábamos "Cagachin" como nombre vernáculo) se dejaba ver nervioso y cantarín en las ramas más finas haciendo sus acrobacias tras insectos microscópicos, que yo siempre pensé que solo veían ellos. Sirvan estas fotos de homenaje a tan simpático y colorido pajarillo de nuestros campos.

Al ser acróbatas consumados buscando insectos entre las hojas, les lleva a practicar dichas acrobacias sin venir a cuento, por el puro placer de hacerlas. Quizá buscan perspectivas nuevas.

Un Herrerillo común junto a otro peso pluma de nuestra fauna, el Mito.

Aficionado a bañarse en cuanto llega al bebedero, casi siempre bebe con las patas en medio del charco.

Al amanecer y a contraluz, el flash se hizo imprescindible tan temprano.


Compartiendo el bebedero con comensales que lo triplican en tamaño, como estos Mirlos. Cuando llegan toca hacerse a un lado y dejar sitio.

De carácter eminentemente gregario, aunque no formen bandadas, casi siempre van en pequeños grupos. Quizá familiares, pues tienen puestas de hasta ocho huevos.

De tonos verdosos, azules, negros, blancos y amarillos bien podría pasar el Herrerillo como ave tropical.

Imagen otoñal; un Herrerillo esponja su plumaje sobre una rama de encina aun con algunas flores marchitas y cubierta de líquenes.


 

lunes, 14 de febrero de 2022

En Blanco y Negro. O como ver además de mirar.

 

Buitre negro (aegypius monachus)

Eliminar el color en las fotografías que hacemos reduce el mundo que nos rodea a formas y matices monocromos que tienen un atractivo indudable, un impacto y una fuerza que a veces es difícil de explicar. Pero, a pesar de que en los inicios de la fotografía solo había gradaciones de grises,  no todas las fotografías son aptas para aplicar esta técnica. O mejor dicho, no todas reúnen las características necesarias para generar el impacto y el atractivo del que hablábamos más arriba. Quién, como yo, empezó haciendo fotografía con película en blanco y negro y pasó las horas en el cuarto oscuro revelando y positivando, lo sabrá bien. Y seguro que agradeció ese comienzo para adquirir la capacidad de ver en una escena luces, sombras y composiciones en pocos segundos, algo que a la hora de fotografiar se le saca partido.
Haciendo una reducción drástica y muy general, podemos decir que las fotografías con pocos elementos y con mucho contraste de color o luz son las más adecuadas para generar en el observador cierto interés. Al eliminar el color eliminamos distracciones, y la forma y la composición toman el  protagonismo rotundamente. La luz les dará el barniz que nos crea la necesidad de mirarlas. Hoy, en el entorno digital,  es absurdo disparar directamente en blanco y negro, pues haciéndolo en raw tenemos una fotografía de la cual sacar el máximo partido tanto en el original color  como transformada a blanco y negro. Por tanto solo necesitamos entrenar la mirada para escoger las más idóneas a la hora de revelar.
Fotografiando  aves también unas quedan mejor que otras por lo explicado anteriormente. A pesar del protagonismo apabullante del color en el bombardeo constante de imágenes de hoy, o quizá precisamente por eso, es un ejercicio reconfortante traducir a blanco y negro algunas de nuestras fotos. Nos confirma que (en fotografía)  reducir es una forma de simplificar lo necesario, en un tiempo en que nos venden como necesario todo tipo de invenciones con Inteligencia Artificial. O igual es que me estoy haciendo mayor. Sea como fuere, a mi me gusta.

      
Torcecuello (jinx torquilla)
Cuando fotografiamos con el cielo de fondo se crea un contraste que da muy buen resultado al revelar en blanco y negro.

Vacas al atardecer. Foto compuesta jugando con el espacio negativo 




Quebrantahuesos (gypaetus barbatus)
La casualidad quiso que en una de las fotos de la ráfaga disparada a este joven Quebrantahuesos en vuelo, su cuerpo formase una X con la inclinación del horizonte. El revelado en blanco y negro simplifica la imagen y acentúa el efecto.



Cigüeñas blancas (ciconia ciconia
Otro fuerte contraste para quedarse con las siluetas sin entrar en detalles



En este caso, aislando un ejemplar de  cigüeña, junto a la atmosfera nublada y las ruinas, recrean un ambiente de soledad.



Halcón peregrino (falco peregrinus)
Blancos, negros y grises en armonía.



Urraca (pica pica)
El dibujo del ave se presta a este tipo de revelado.



Cardo mariano (sylibum marianum)
Un fuerte contraluz puro dibuja la silueta del cardo en flor.




Búho real (bubo bubo)
Al amanecer cantaba el Búho desde el punto geodésico contra el cielo prácticamente blanco. Me recuerda las gárgolas de las catedrales.





Mirlo común (turdus merula)
Junto a este Mirlo un poemilla, que supongo solo entenderán los que se las vieron con líquidos reveladores, cubetas, temporizadores y la luz roja del laboratorio en blanco y negro, en mi caso improvisado en un cuarto de baño y más tarde en una habitación preparada al efecto, hasta que los pixeles mataron al bromuro de plata.