domingo, 9 de marzo de 2014

La foto que nunca hice...


    ...O lo que pudo ser y no fue. Intentos que quedaron en solo eso, intentos realizados con ilusión, con sus jornadas de estudio y de seguimiento, pero aun así y sin saber en muchas ocasiones porqué, aquella o aquellas especies objeto de tal trabajo nunca acudieron a la cita. Es la parte amarga de la fotografía  de naturaleza, aquella en que una y otra sesión comenzó con grandes expectativas (como todas) al amanecer y me iba diciendo; "¡buena luz, buena temperatura, es cuestión de esperar!" Luego poco a poco avanzaron las horas, miraba el reloj, comienzan las dudas, pero aun me digo; "todavía hay tiempo, puede llegar". Al final el desanimo se salio con la suya y abandoné decepcionado, salí del aguardo sin entender como fue posible que en tantos intentos no apareciese, o por lo menos si no lo que esperaba algo con que disfrutar en ese posadero, en esa charca, en esa piedra,... y en esas condiciones tan optimas. En todas las sesiones anteriores y a pesar de todo, al salir, tras la decepción, me vine arriba de nuevo mientras regresaba al coche; "hay que probar otra vez, hay muchas posibilidades". Pero en esta no, ya han sido muchas las ocasiones y sentí que era misión imposible. Los huesos entumecidos ese día molestan más de lo acostumbrado a pesar de la costumbre. Y decidí abandonar definitivamente el emplazamiento. La palabra fracaso me aguachinó de arriba abajo como una tormenta imprevista, solo que entraba en lo previsible. Son jornadas que regresé cabizbajo, pero son las que sin duda te ponen a prueba. No hay regocijo al descargar las fotos, (no digamos en tiempos pretéritos cuando enviabas el carrete a revelar, aquella espera eterna), tampoco el lamento del ala que se cortó, la cabeza movida o la rama intrusa; ni el descubrimiento del fotón, esa que querías y que por fin salió casi mejor que imaginabas. Nada de eso hay en esa vuelta a casa, pero solo haberlo intentado tantas veces es un logro en si mismo por el disfrute del intento, la desolación inicial va desapareciendo poco a poco y superas la prueba al día siguiente  cuando te descubres a solas sonriendo, porque  sabes que lo volverás a intentar pero en otras circunstancias. Y sabes que cuando no sea así será la hora de cortarse la coleta, colgar los bártulos y dedicar el tiempo a otra cosa. Creo que aun estoy lejos de ese momento.


En la mayoría de esas ocasiones solo quedan rastros en el alma, pero hubo algunas de las cuales, y por motivos diversos,  guardé como  recuerdo alguna foto hecha para ir comprobando la luz y los parámetros, como en este caso bajo el chaparrón.


                                      
También en ocasiones la toma merece ser guardada por ser buena foto, que hubiese pasado a categoría de "gran foto" si hubiese hecho aparición el objetivo de la espera.


Posadero habitual de Águila perdicera... vacío.


A veces el encuadre me gustaba y no esperaba nada concreto, pero esperaba algo que nunca llegó.



Ni siquiera tras las huellas de su presencia fue posible pillar a los buitres en esta ocasión.


En esta otra solo ocupaban este posadero diversas especies cuando lo observaba en la lejanía. El factor suerte, mala en este caso, fue determinante. Una mala racha que terminó un día de fuerte viento cuando se vino abajo truncando la posibilidad.
Acostumbramos a mostrar los buenos resultados, pero los malos, al menos en mi caso, son mucho más numerosos. Creo que merecían una mención.


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