Como se busca la suerte, la oportunidad se cultiva en expectante actitud y movimiento continuo, y hasta en los arrabales donde se instala el tedio consigue brotar alguna flor de tarde en tarde. Tiempos vivimos en que el oportunismo rescata del lodazal algunos supervivientes en la diaspora urbana y natural del discurrir de las cosas y los seres. De negro se viste el luto, el pesimismo; y el Cuervo, acusado de agorero, sobrevive y crece. Inteligente, sagaz, astuto, prolífico, tenaz, todos estos adjetivos lo describen mejor que el de agorero, tan extendido como falso.
Nunca hice un aguardo pensando fotografiar Cuervos, no se si habrá quien lo haya hecho, pero lo cierto es que hay ocasiones en que su presencia es irremediable; y beneficiosa por lo que tiene de faro guía para otras especies.
En ocasiones la luz saca reflejos de tonos azules y morados que realzan el monótono vestido de nuestro protagonista.
Dos cornejas observando la llegada de su "primo mayor"
Ellos encuentran la comida sabiendo que deben comer rápido, pues hay muchos ojos observando sus movimientos dispuestos a aprovecharse de sus hallazgos culinarios. En esta ocasión un Buitre negro.
También el Águila real se aprovecha del incansable buscador, y le robará su comida por mucho que proteste; es la ley del más fuerte.
Pero hay ocasiones que nadie molesta y se puede observar una faceta más grata de los Cuervos, su sociabilidad. Adulto cebando a su pareja pare estrechar lazos en la época de cría.
Macho proclamando su potestad a voz en grito.
Sirvan estas imágenes como un pequeño homenaje a un ave de la que nos aprovechamos también los fotógrafo de naturaleza