Probablemente fruto de nuestro modo de vida y de vivir en
núcleos urbanos más o menos grandes, nos apartamos casi sin darnos cuenta de la
naturaleza que nos rodea, creando una sensación de pertenecer a un reino
distinto que no fuera el animal. Y esto es algo que desde mi punto de vista no
nos ha beneficiado en absoluto, más bien todo lo contrario. Si no hubiese existido
esa dicotomía en el camino, intentando llevar el nuestro propio de forma
divergente con la naturaleza, entenderíamos mejor nuestro entorno, las leyes
naturales y a nosotros mismos, más allá de elaborados estudios y teorías. Tendríamos más conocimientos basados
en los hechos como sin duda tuvieron
nuestros antepasados no tan lejanos. Se me viene a la cabeza, como uno de esos
hechos incomprensibles por desconocimiento y que a diario podemos contemplar,
todas esas casas o construcciones varias metidas dentro de los cauces de los
ríos, un despropósito que se extiende por toda la geografía, al menos hispana.
¿Quién allí construye desconoce que el cauce de un río es oscilante?, o peor aún,
¿lo desconoce quién allí se atreve a
vivir? Pues, a tenor de las catástrofes que de cuando en cuando ocurren en esos
lugares parece que si, por obvio que parezca.
Si, también es obvio, pero hay que recordarlo; somos animales
exactamente igual al resto de animales, con las mismas necesidades de agua y
alimentos, de refugiarnos del frío y resguardarnos del calor excesivo, de
excretar nuestros desechos, de procrear para perpetuar la especie. Y
finalmente, como cualquier otro animal envejecemos y morimos.
Y también es obvio, pero también hay que volver a recordar,
que la naturaleza no es el campo, no es eso que está más allá del pueblo o la
ciudad, no es ese tramo vasto de relieve variable entre dos núcleos urbanos, no,
la ciudad o el pueblo son, y así debemos entenderlo, parte de esa naturaleza.
Esto vienen a demostrarlo todas esas especies que han sabido
adaptarse a nuestros edificios, a vivir aprovechando nuestras construcciones.
Nuestras calles y plazas están repletas de seres que viven junto a nosotros,
porque a poco que se deje, la vida se abre camino en cualquier ambiente. Y
entre estos animales están varias especies de aves; estorninos, gorriones,
grajillas, cigüeñas blancas, mochuelos, lechuzas, cernícalos, golondrinas,
aviones, vencejos, … Alguna de ellas, como
el cernícalo primilla, ya depende tanto de nuestros edificios para criar
año tras año, que desaparecen de una zona si se los modificamos o derruimos. La
declaración de ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) en un espacio
urbano, tiene como objetivo conservar aquellas construcciones donde especies como
el cernícalo primilla se han instalado garantizando así su continuidad en la
zona. Pero también rinden tributo a esas especies que nos acompañan como
vecinos llamando la atención sobre ellas. Obviamente esto implica la
concienciación de los responsables y/o propietarios del edificio para que, en
caso de obras de restauración, cuenten con ayudas económicas a cambio de tener
en cuenta a estos inquilinos en la obra que se lleve a cabo.
Un caso flagrante donde esto no fue así es la iglesia de San
Vicente de Alcántara. En esta ZEPA criaban en torno a diez parejas de cernícalo
primilla cuando se acometieron obras en su tejado que prácticamente la
destruyeron, quedando un par de parejas que usan troneras en los muros para
criar, el resto, que lo hacía en el tejado desaparecieron junto a los huecos
donde criaban, así como las que lo hacían en el campanario al quedar este
inaccesible por la colocación de mallas en los huecos de las campanas con el
objeto de impedir la entrada de las
aves, principalmente palomas. Resulta muy triste ver el cartel junto a la
iglesia que anuncia su status de ZEPA
sabiendo que aquellos por los que se catalogó como tal la han tenido que
abandonar. Por suerte, la gran mayoría
se trasladó a un cortijo cercano, el de las Costeras, a unos cuatro kilómetros
de la localidad, habiendo sido declarado este también ampliación de la ZEPA de
San Vicente de Alcántara.
Hoy por hoy afortunadamente son más los casos contrarios,
donde las reformas en estos edificios se hacen de forma más amable con estas
especies. En esto las ZEPAS urbanas han jugado un importante papel, una figura
de protección en la que Extremadura es
pionera y sigue siendo una de las pocas regiones europeas donde están
declaradas. Y sobre las que hay que destacar, además de su cometido original de
servir como salvaguarda de especies en peligro, el papel que juegan como
elemento de dinamización turística, pues el interés de estas especies por los observadores de aves va en aumento, a la par
que en muchos casos se descubren al gran público los valores arquitectónicos de
iglesias, castillos, edificios históricos, etc., sin olvidar que de este
atrayente turístico inicial se beneficiará el resto de actividades turísticas
de las localidades donde se encuentran estas aves, como la gastronomía, la
artesanía, senderismo,...
De singular importancia es el caso de la ciudad de Cáceres,
importante ZEPA urbana, que ha sabido conjugar
el valor turístico de un casco histórico excepcional con el valor turístico en
auge de las aves urbanas dedicándole
unas jornadas todos los años por el mes de mayo con el nombre de “Festival de las Aves, Ciudad de Cáceres”,
y que este año se celebrará los días 16, 17 y 18 de mayo. Un largo fin de
semana repleto de actividades que giran alrededor de las aves en los ambientes
urbanos, su importancia ecológica y su plus de interés y belleza en nuestros
cielos.
En el siguiente enlace se puede acceder a todas las actividades programadas para ese fin de semana en Cáceres:
http://festivaldelasavescaceres.gobex.es/festival-aves-caceres/presentacion-festival.html
Y en este otro se accede a las bases para participar en el "VI Maratón fotografico: Cáceres, ciudad de las aves", una de las actividades con mayor éxito de participación:
http://festivaldelasavescaceres.gobex.es/birdex/live/festival-aves-caceres/maraton-fotografico.html
Sin duda rendir admiración y tributo a vecinos tan singulares
de las localidades donde vivimos, nos hace mejores conocedores de los ciclos
vivos de los cuales formamos parte.
Carracas anidando bajo un nido de cigüeñas
Cigüeñas y grajillas en el casco antiguo de Càceres.
Profusión de nidos de Cigüeña blanca.
Estornino negro, habitante habitual de las Zepas urbanas.
Grajilla saliendo de su nido en el casco antiguo de Cáceres.
Iglesia de San Vicente de Alcántara. Zepa Urbana.
Macho de Cernícalo primilla en el tejado donde anida.
Vencejo común, otro habitual de las construcciones humanas.